1- Los bajos contenidos mínimos especificados
Sin duda, esta puede ser una razón de peso: que en Alemania y en Francia las capas de rodadura AC16, por ejemplo, se dosifiquen con contenidos de betún superiores al 5% sobre mezcla (s/m) debe de tener algo que ver con que las especificaciones alemanas y francesas exijan contenidos mínimos de betún superiores al 5%. s/m. Y que en España los contenidos de betún, en ese mismo tipo de mezclas, suelan ser inferiores al 5% también debe de guardar relación con que nuestras especificaciones establezcan su contenido mínimo de betún en un modesto 4,50% s/m.
Ciertamente, el fabricante podría poner más de su parte para superar con buena holgura los valores mínimos especificados, pero si las obras de rehabilitación de firmes se adjudican mediante subasta, con el único criterio de premiar la propuesta más económica, ¿cabe esperar esa tendencia, o más bien la contraria? Tenemos aquí, pues, una primera razón: pliegos de prescripciones técnicas que especifican bajos contenidos mínimos de betún junto con procedimientos de contratación que incentivan la máxima aproximación a esos contenidos mínimos.
Es una razón que me trae a la memoria una añeja historia referida a la visita de un obispo de temido carácter a cierta aldea (en Galicia, creo). Según leí, después de la recepción por parte de las autoridades locales y ya a solas, el obispo y el cura párroco mantuvieron una conversación de este tenor:
- Ha ido todo bastante bien, querido párroco, salvo una cosa.
- Dígame que ha sido, señor obispo, por favor.
- ¡Pues es bien obvio! Según marca el protocolo eclesiástico, en el momento de mi llegada las campanas de la Iglesia debieron tocar a fiesta.
- Ah, señor Obispo –empezó a excusarse el cura con toda humildad- lo siento de veras, pero es que no he hecho sonar las campanas por tres razones.
- A ver, a ver, diga cuáles son esas razones -respondió, impaciente, el obispo-
- Pues mire, señor obispo, la primera, porque no tenemos campanas…
Y en ese mismo instante, parece ser que el obispo interrumpió la respuesta del cura con un exabrupto irreproducible y diciéndole dónde podía poner las otras dos razones.
Dejando aparte los modos, debe reconocerse que la respuesta del obispo tuvo su lógica. Probablemente, en relación con los contenidos de betún, también pueda decirse que esta primera razón hace innecesario apuntar más. Sin embargo, y aún conociendo lo arriesgado del intento (pero aprovechando que nadie me interrumpe mientras escribo), trataré de hacer lo que no pudo el cura gallego, añadiendo hasta seis posibles razones a esta que acabo de exponer.